16 ago 2016

El vehículo autónomo y el proletariado

Imagina que vas conduciendo en tu coche y te empiezas a encontrar realmente mal, y lo último que recuerdas es indicarle al coche que te lleve al hospital. Cuando despiertas, estás en el hospital y atendido por el equipo de médicos del centro sanitario. Esto es lo que le sucedió a Joshua Neally a principios de agosto tras sufrir una embolia pulmonar, el coche condujo cerca de 20 millas y se detuvo en la rampa del hospital; pudo ser dado de alta al final del día.

Tras un suceso como este, nos deberíamos de preguntar si la opción más prudente debería haber sido detenerse en el arcén y llamar a una ambulancia, que llevan equipo medicalizado y no depender del autopilot del Tesla. Sin embargo, aunque a día de hoy no tenemos coches autónomos comerciales, queda patente que la tecnología existe y puede ser realmente útil y valiosa.

El vehículo eléctrico y autónomo supone un cambio radical en la estructura socio-económica actual, hasta niveles que no somos capaces de vislumbrar. Y, como eje, afectando a numerosos sectores que se verán en un cambio drástico.

Desde la agricultura, ya en el año 2008 nos podíamos encontrar con sistemas tecnológicos que dotaban a los tractores de autonomía. A día de hoy, puedes comprar uno de esos equipos por un precio inferior a los 3.000 euros. Incluso John Deere, la mundialmente conocida fabricante de maquinaría agrícola, dispone de la opción de incluir uno de estos sistemas en sus vehículos ya en fábrica. Un equipo realmente sencillo (comparado con otras tecnologías domésticas) que funciona mediante coordenadas programadas de GPS, de la misma manera que funcionan los drones civiles (esos juguetes que valen 300 euros). Este sistema te permite controlar al centímetro el trazado que realizará el tractor y, con esto, hacer un uso eficiente de la gasolina al no repetir metros cuadrados, lo que te permitirá economizar en el arado, en la siembra, en los fitosanitarios y en la cosecha. Por si fuera poco, el tractor puede estar funcionando las 24 horas al día, necesitando únicamente de los consumibles requeridos. Sin entrar a detallar, las 'smart farms' (granjas inteligentes) son edificios domóticos que obtienen un rendimiento de cultivo entre 5 y 10 veces superior al estándar con un consumo hídrico del 10% por metro cuadrado, y tampoco requieren de mano de obra humana.

En el transporte civil nos encontramos con grandes cambios. Por un lado, algunas ciudades apuestan por el uso responsable del automóvil, el uso del transporte público y fomentan la bicicleta, con el fin de reducir la huella de carbono y mejorar las condiciones ambientales de la ciudad, que no es poco. Cada día hay más vehículos híbridos y con el paso de los años, serán totalmente eléctricos y autónomos, la huella de carbono disminuirá, el uso de energías no renovables caerá y tendremos siempre el coche a nuestra disposición, que pasará a buscarnos como si fuese el Knight Rider (aká 'coche fantástico'), hasta nos hablará con Alexa, Siri, Cortana o el asistente que tengamos. Hasta los autobuses serán autónomos.

Tenemos numerosas empresas de automoción trabajando en el coche del futuro, que será eléctrico y autónomo. Empresas como Google, Apple, Audi, BMW, Mercedes, Ford, Citroën-Peugeot, Honda o Kia, por nombrar algunos ejemplos, están detrás del desarrollo de este tipo de vehículos. Hasta puede que nos encontremos con el famoso hacker George Hotz liberando un kit para convertir nuestro coche de gasolina en autónomo, quién sabe. Pero si el coche es capaz de funcionar por sí mismo, ¿qué hacer con el coche cuando no lo utilicemos? Tenemos el sector del taxi, cuyos puestos de trabajo dejarán de ser necesarios.

Uber lleva funcionando algunos meses en Pittsburgh, con un modelo híbrido y autónomo de Ford, aunque con conductor por ahora que vigile el correcto funcionamiento del vehículo. De manera que, el día de mañana, cuando queramos llamar a un taxi, entraremos en la aplicación de Uber y nos llegará un vehículo autónomo, a cualquier hora del día e independientemente de la calle en la que te encuentres y, desde la propia aplicación podremos indicarle la dirección de destino, al igual que pagar el trayecto con el móvil (algo cada día más habitual). Y lo más importante, la necesidad de tener coche en propiedad disminuirá y, con ello la flota de automóviles de las ciudades.

Sobre la seguridad de estos vehículos mucho se ha hablado pero poco con datos. Con Tesla, el coche comercializado con piloto automático, que no de conducción autónoma, ha tenido cuatro accidentes, uno de ellos mortales, en más de doscientos kilómetros recorridos. En el caso de haberse debido a un mal funcionamiento del vehículo, estaríamos hablando que la tasa de accidentes está en la media de los países en los que peor se conduce y, en este caso, estaríamos comparando la capacidad del vehículo a la de una persona. Si nos atenemos a los datos obtenidos de los coches accidentados, descubrimos que estos se han producido por un mal uso intencionado del autopilot, donde la responsabilidad, en último caso debería recaer sobre el conductor y, en este caso, la tasa de accidentes se situaría en la misma que los países con menos accidentes. Si tenemos en cuenta que es una tecnología que está dando sus primeros pasos, en el futuro deberemos plantearnos si es seguro que conduzcamos las personas frente a que lo haga el vehículo autónomo. En el caso de Ford y Uber, en fase experimental, han tenido más de un accidente. Sin embargo, la estrella del ranking es el coche de Google, el más prometedor, que en más de 60 accidentes en los que se ha visto implicado, solo uno de ellos ha sido culpa suya y fue debido a una prioridad de paso mal programada, donde el resultado fue un espejo retrovisor roto, nada más.

El vehículo autónomo también afecta al transporte de mercancías. Flotas interminables de camiones que se desplazarán de manera autónoma sin ningún conductor atravesando miles de kilómetros de carretera. La capacidad de las baterías es uno de los inconvenientes que debemos de tener presentes a día de hoy y en los camiones, por ahora, sería más complicado de integrar. Ya hay empresas como Mercedes, Scania o Volvo (hay más empresas) que están trabajando en los camiones eléctricos y autónomos (el sueño de Homer Simpson sacado de la pequeña pantalla). Suecia, con el compromiso de tener un transporte libre de combustible fósil en 2030 ha decidido abrir una autopista eléctrica con un sistema del siglo XIX, las catenarias, y unos camiones híbridos que reducirán en gran medida las emisiones de CO2 del país. Mercedes, además, prueba en las autobahn alemanas sus trenes de carretera (convoy de camiones), donde todos los camiones se sincronizan al camión de cabecera, que es el único que necesita de conductor (aunque por razones de seguridad, de momento, todos llevan conductor). Todos estos métodos de conducción demuestran, hasta la fecha, un uso más eficiente de la conducción y con ello, el ahorro económico y ecológico.

También hay hueco en el mar para los vehículos autónomos, como la propuesta que nos hace Rolls-Royce, donde la gran parte de los barcos que surcan las aguas son grandes porta-contenedores Dejaría de tener sentido contar con grandes tripulaciones de marineros cuando tienes modernas flotas de barcos dotadas de última tecnología, drones y controladas a distancia desde una única sala de gestión. Incluso para la pesca, que ya se cuentan con satélites para detectar determinados bancos de peces (atunes), podría llegar a existir un sistema similar al que propone Rolls-Royce y que además de contar con los satélites que se tienen hoy día y los sonars, se usen drones para facilitar algunas tareas, como estos chicos que capturan atunes desde la costa.

Y si nos vamos a las alturas, el piloto automático es incluso anterior. En 1914 se pudo ver a Lawrence Sperry controlar el avión con las manos en alto; sin duda, fue el precursor del sistema actual. Nada que ver con los sistemas del pasado, el actual sistema automático, que no autónomo, lleva años implantado en la aviación y permite controlar una buena parte del vuelo pero no es capaz de despegar, realizar la ruta y aterrizar él solo. No quitará el trabajo a los pilotos pero sí que supone una ayuda, y tal vez en el futuro les acabe remplazando. Los drones, desde los más baratos a los más caros, pueden ser pilotados a distancia, con rutas programadas y cada vez son más lo que pueden hacer rutas relativamente de manera autónoma y evitando obstáculos sin ayuda. Y si os interesan las motos voladoras, poco a poco (no intentar en casa).

A mediados de junio, la UE proponía que los robots contabilizasen como 'personas robóticas', quizá para adelantarse legalmente al punto de singularidad tecnológica pero sin entrar en cuestiones de inteligencia artificial, lo que se plantea en dicho texto es bastante interesante en cuestiones de material laboral. Cada vez es más habitual que en la industria se sustituya la mano obrera por robots ya que al no sindicarse, no necesitar de derechos laborales y poder trabajar durante 24 horas al día, el coste es menor y los beneficios mayores; de este modo, la UE propone que deberán declarar los ahorros en contribuciones a la seguridad social, con el fin de compensar los cambios laborales que supongan los robots.

¿Qué salario recibes? Depende de si eres una máquina, que no cobras nada o si eres un trabajador, que cobrarás en función de la fuerza de trabajo, en cuyo caso también será escaso. La cuestión aquí no es tanto que salario percibes sino que plusvalía se queda el patrón; en caso de las máquinas y vehículos autónomos la plusvalía sería el total de la masa monetaria del trabajo realizado durante 24 horas al días. Frente al trabajador, cuya plusvalía aunque alta e injusta, seguirá siendo menor que la de la máquina, posiblemente esté en el sindicato, se puede poner enfermo, pueden ser madres, tomará vacaciones, exigirá derechos laborales y sólo trabajará 8 horas. Ante esta lógica, tenemos pocas opciones de mantener un empleo.

No todos los empleos se verán afectados de la misma manera por estas tecnologías, los de carácter creativo y de desarrollo intelectual se quedan al margen al no requerir de estos medios. Del campo al transporte, desaparecerían casi todos los empleos existentes que dan de comer a mucha gente. No solo desaparecerán los empleos sino que la producción aumentará, de igual manera que sucedió en la Revolución Industrial; no era necesaria tanta mano de obra para obtener los mismos resultados. Lo que sucedió entonces fue la adaptación del mercado laboral y la creación de nuevos oficios, que visto desde el presente resulta obvio y un tránsito prácticamente insignificante pero en su día supuso hambre.

A día de hoy no es necesario trabajar, desde un punto de vista de análisis, para poder comer. La sociedad produce bastante más de lo que necesita para vivir, que acaba en la basura o se va acumulando creando inflaciones y las posteriores crisis del sistema capitalista. Si a día de hoy una persona puede producir 10 unidades por día, una máquina autónoma requerirá de 0 personas para producir 40 unidades por día; nos convertimos en innecesarios, laboralmente hablando.

Vivimos en una sociedad capitalista y lo será por muchos años más (¿de verdad?), parece inexistente su cuestionamiento de cara al futuro en tanto en cuanto se propongan alternativas al modelo. Supongamos que esta tecnología se desarrolla en base al capitalismo y durante unas décadas nos toca convivir con ella, ¿cómo lo hacemos? ¿de qué comemos? ¿dónde nos deja? ¿a qué nos dedicamos (quizá Lafargue pudiera aportar aquí)? ¿cómo pagamos el alquiler/hipoteca? ¿habrá una renta básica o subsidiaria como proponía el capitalista Hayek? Y si es así, ¿quién la pagará? ¿Quién posee los medios de producción autónomos? ¿Cuál es el porcentaje de impuestos que pagan? ¿Pagan impuestos? ¿Seguiremos viviendo en una democracia representativa o el Gobierno será un consejo de cúpulas empresariales al estilo TTIP? Quienes no tengan trabajo, ¿acabarán en guetos? ¿Crecerá el movimiento sindical? ¿Y la represión policial? Tenemos muchas más cuestiones que preguntarnos.

Bien podría plantearse la abolición del trabajo asalariado si los medios de producción funcionan sin la necesidad del proletariado. En cuyo caso estaríamos hablando de un Estado con política económica proteccionista que vele por la antigua clase trabajadora y distribuya la riqueza obtenida de la fuerza de trabajo/plusvalía de las máquinas de manera que no haya necesidad en la sociedad. Si bien tengo una idea bastante clara de mi solución, podrían darse varias opciones para obtener un modelo con estas condiciones. La más sencilla sería un Estado similar al actual con mayor presión fiscal sobre las fábricas, de manera que, económicamente, sigan prefiriendo tener robots pero la tasa recaudatoria sea bastante elevada y permita tener una amplia variedad de servicios del Estado. Por otra parte y sin andarnos con medias tintas, siempre nos quedará el Estado Socialista, donde las empresas del Estado sean las responsables de velar por la producción del Pueblo.

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