23 jun 2014

Tomates de la huerta, ¿con sabor a tomate?

Justo acabamos de entrar en el verano y con estos días de tanto calor, lo que nos apetece son ensaladas y litros de gazpacho, tan refrescante, sano y bajo en calorias, ahora que llegan los días de playa y piscina y que hay que aprovechar para lucir tipo en público, es una comida genial. Todas estas recetas tienen un componente indispensable, que incluso nos comemos directamente de la bolsa y es el tomate. ¡Sí, de color rojo, grande y sabroso! ¡Mm... qué bueno! Aunque no lo vamos a negar, donde le damos más uso es en las pizzas, tanto vegetales como saturadas de carne. Vale tanto de alimento principal como secundario, ¡qué grande es el tomate!

Incluso existe la leyenda urbana que cuenta que es un alimento indispensable en la industria del porno, pues aumenta la cantidad de esperma. Si alguien se anima a hacer la prueba o lo sabe con certeza, tampoco es necesario que nos cuente cantidades, pero siempre está bien que tiremos las leyendas urbanas y nos quedemos con los hechos.

Tanto en el supermercado como en la verdulería que frecuento, encuentro gran variedad de tomates, de muchos tamaños y colores; un sinfín de especies distintas. Yo que siempre los he visto, tanto en casa como en la huerta del pueblo, de color rojo y un tamaño considerable, he de reconocer que a veces me siento perdido entre tanta variedad. Con tanto tomate, ¿cómo decidirnos? Es un tarea de considerable dificultad pero creo me fiaré de las recetas de cocina para elegir uno u otro, al menos por ahora. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme de dónde salen las distintas variedades.

Teniendo en cuenta que la mayor parte las especies de plantas comestibles que nos encontramos hoy día provienen de cinco regiones distintas del trópico, tenemos pocos lugares en los que buscar el comienzo del tomate. Desde el primer momento acabamos en la Cordillera de los Andes, allí por la zona de Perú aunque tuvo gran influencia en la cultura azteca (zona de México). De hecho, el nombre del tomate proviene del náhuatl (idioma azteca) en el que lo llaman tomātl (fruta hinchada), pero de los distintos nombres hablaremos después.

Algo que llamaba la atención de los tomates en aquellos días, en el 700 a.C., era la planta y el tomate en sí. La tomatera era una planta rastrera, cual mala hierba en el huerto y daba unos frutos muy pequeños, amarillos y ácidos, con altos contenidos en alcaloides, lo cual lo hacían tóxico.

Darwin hablaba de la evolución de las especies, en la que los seres vivos acababan adoptando diferencias genéticas generación tras generación para adaptarse al medio. La raza humana, por suerte, supo entender esto incluso antes de saber de esta teoría, lo cual sirvió para lograr modificar plantas tóxicas que no aportaban nada para adaptarlas a un medio controlado, el de la alimentación humana, dando como resultado plantas comestibles.

A finales de la segunda década del siglo XVI (1515-1520), ya dada la invasión sobre América, el colonizador Hernan Cortés pudo visitar la ciudad azteca de Tenochtitlán, gobernada por Moctezuma, donde se sorprendió por los jardines de dicha ciudad donde descubrió unas plantas ornamentales de las que se haría acopio, llamativas y con un aroma característico. Dichas plantas, por si todavía quedan dudas, eran tomateras. En su viaje de regreso a Europa, trajo consigo varias semillas de esta planta las cuales se emplearon en engalanar jardines, igualmente como plantas ornamentales.

Gracias a los herboristas de aquellos días, que serían nuestros científicos actuales en el campo de la botánica y la agricultura, lograron aumentar el tamaño de los frutos y reducir la cantidad de solanina, que es un alcaloide muy tóxico que nos encontramos en plantas de la familia de las solanaceas, como la patata, el pimiento y las berenjenas. Si bien es cierto que no todo el mérito es suyo, pues dicho trabajo ya lo habían empezado los aztecas, debemos agradecerles en buena medida el inicio de los actuales tomates.

Se cree que el tomate llegó por primera vez a Sevilla debido a que era uno de los principales mercados internacionales, desde donde se distribuiría a muchos otros lugares del globo. En 1544, el herborista italiano Mattioli hablaba de los frutos amarillos que daba la planta del tomate a la que definió como "mala aurea" y apodo al fruto con el nombre de "pomodoro" (manzana de oro). Diez años después, en 1554, Dodoens, su coetaneo herborista holandés, realizó un trabajo en el que hacia una detallada descripción del fruto y se ganó la reputación de afrodisiaco, lo que explica el nombre de "pomme d´amour" (manzana de amor) en francés. Los europeos también lo introdujeron en el continente asiático a través de Filipinas.

La primera receta de tomate que se conoce era napolitana y data de 1692, que se usaba para preparar "salsa de tomate al estilo español". Aunque no fue hasta 1872 cuando se publicó la primera receta de sopa de tomate, que se le acredita a la cocinera americana María Parloa. Pocos años después, Joseph Campbell triunfó vendiendo sopa de tomate condensada.

En 1731, el tomate fue desclasificado como tóxico. El botánico Phillip Millar se encargó limpiar la oscura reputación del tomate y bautizó una nueva especie como 'solanum lycopersicum', la más común en la actualidad, con más cantidad de licopeno, que es el carotenoide encargado de dar color rojo al tomate y ser caracterizo por ser, además, un antioxidante anticancerígeno muy potente.

Sobre si el tomate es un fruto o una verdura se especula mucho, casi tanto como sobre "el huevo y la gallina" pero en este caso es más sencillo. Es pregunta típica de las encuestas a pie de calle de los talk show. Alrededor de 1890, los importadores de los Estados Unidos introducían el tomate por la aduana como un fruto (lo que es), lo que hacía que no pagasen los impuestos que tenían los vegetales. Ante la enorme popularización de tal fruto, la Corte Suprema lo declaró 'vegetal' para poderlo gravar con impuestos, alegando que "la población lo consumía como tal".

En cuanto a propiedades, el tomate es rico en vitamina A y C, contiene licopeno que es el encargado de dar color rojo (color actual) al tomate y es un potente antioxidante. El tomate, por contra, produce una sustancia tóxica llamada solanina (glico-alcaloide), común en todas las plantas de la familia de las solanaceas que utiliza como defensa ante posibles depredadores y le confiere un tremendo sabor amargo. A medida que el tomate madura, la cantidad de licopeno aumenta y la de solanina disminuye, por tanto, no es aconsejable comer tomates sin madurar. Si solo pudiésemos conseguir tomates verdes, sería necesario calentarlo a alta temperatura ya que es la única forma de acabar con la solanina, o nos podría causar afecciones tales como vómitos, cólicos, dolores de cabeza o ir muy sueltos al baño ya que es un irritante gastrointestinal. En muchas ocasiones, cuando vamos a grandes superficies, sabemos o intuímos que han sido recogidos estando aún verdes y pese a estar rojos gracias al licopeno, tienen cantidades de solanina superiores a lo habitual, por lo que es recomendable comprarlos en rama y dejarlos unos días para que terminen de madurar un poco y así poderlos comer en ensalada sin posibles dolores de estómago. Si son para salsa, no hay problema porque hay que recordar que se soluciona con calor.

Conocida su historia, ¿el tomate que comemos tiene sabor a tomate? Queda claro que el sabor que conocemos es un sabor artificial, que no peor, obtenido gracias a la modificación genética por parte del ser humano a lo largo de generaciones de estas plantas rastreras. Y casi mejor así, pues no entendería la gastronomía sin tomate y tan solo sería una planta que arrancase del jardín si viviése en los Andes. Si has entrado en este post para averiguar que especies de tomate son ecológicas ('naturales') y cuales transgénicas ('artificiales'), siento decepcionarte; todo tomate es 'artificial', pues el original no es comestible. De todos modos, es algo que llevamos haciendo desde hace miles de años con todo lo que comemos, es la domesticación de la alimentación. Como consejo, procura que el tomate esté cultivado y manufacturado cerca de tu casa ya que de esta forma reducirás la huella de carbono y, en la medida de lo posible, ten la certeza de que haya sido producido siguiendo la legislación y con métodos lo más respetuosos posibles con el medio ambiente. Si tienes huerto, además, tendrás la satisfacción de haber visto la planta crecer y saber que "lo has hecho tú".

Para cerrar el post, os dejo dos poemas sobre el tomate que es espero que os gusten casi tanto como el fruto.

"El amor médico" de Tirso de Molina (Acto I, escena VI, verso 805), en que, allá por los primeros años del siglo XVII, en plena Inquisición, decía:

¡Oh anascote, oh caifascote,
oh basquiña de picote,
oh ensaladas de tomates
de coloradas mejillas,
dulces a un tiempo y picantes,

"La muerte del apetito" de Marcela de San Félix, hija de Lope de Vega, que narraba en su coloquio (Versos 1370/1375):

Alguna cosa fiambre
quisiera, y una ensalada
de tomates y pepinos.


Breve reseña sobre datos químicos del tomate:
http://megustaestarbien.com/2012/07/12/sabes-porque-debes-consumir-tomates-maduros-y-no-verdes/

1 comentario:

  1. Genial la primera entrada de un blog que promete. Al feed que vas ; )

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